martes, 23 de agosto de 2016

Atletas del "tercer mundo"; símbolos de orgullo y disciplina

Randy Archibold
Editor adjunto de Deportes, The New York Times

Lupita González
Cuando se hable de atletismo en los Juegos Olímpicos de Río, es probable que todo el mundo recuerde a Usain Bolt y sus tres medallas de oro —en los 100 metros, 200 metros y el relevo 4 x 100 metros— porque logró una hazaña impensable, la "triple-triple": tres medallas de oro en los sprints, en tres olimpiadas consecutivas.
Pero yo también voy a recordar a Alonso Edward, un velocista de Panamá que compitió contra Bolt en los 200 metros y terminó en séptimo lugar. Edward fue uno de los pocos atletas de Panamá —el país natal de mis padres— que pude cubrir en estas olimpiadas.
Misael Rodríguez
Estados Unidos ganó más medallas que cualquier otro país, pero para mí los juegos olímpicos son tanto o más sobre los desconocidos. Son una oportunidad para ver atletas de países pequeños cumpliendo sus sueños en el escenario deportivo más grande del mundo. Solo con estar presentes son un símbolo de orgullo y disciplina.
No sé si Edward competirá en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020. Pero yo sé que estaré siguiendo a Estados Unidos, Panamá y a muchos otros países, a la espera de más hazañas sobrehumanas y triunfos inesperados. Porque las olimpiadas son para eso: para recordarnos que siempre podemos ser mejores.